Salud Mental y Antirracismo.

Gabriela Morales

10/14/20235 min read

La construcción de la “enfermedad mental” varía según el contexto histórico, social, político y cultural, y ha tenido como consecuencia la creación de técnicas psiquiátricas que se han convertido en instrumentos de control social, así como una cómoda herramienta para disfrazar el racismo de ciencia (Masoud 2019). El control social radica en que la terapia es actualmente un recurso útil del capitalismo promoviéndose como la sanadora de todos los males que le aquejan al ser humano, dándole la responsabilidad absoluta sobre cómo maneja y gestiona su salud emocional.

Esta se convierte en una forma fácil de los Estados de evitar su responsabilidad ante los problemas de salud mental que sufre la mayor parte de la población, cuando le decimos a una persona “ve a terapia para que te sientas mejor” le estamos diciendo que ahí encontrará la “cura” para sus malestares, pero ¿qué pasa cuando su afectación emocional es producto de su empobrecimiento, racismo o desempleo? ¿De qué forma la terapia brinda una “solución” individual a estos problemas sociales?

No hay terapia que alivie las desigualdades sociales, estas son responsabilidad de los gobiernos, quienes han optado por el camino fácil, decirnos que en nuestras manos está el sentirnos mejor alejándonos incluso de las formas colectivas de sostenimiento. Fischer (s/f) ejemplifica el control social desde la psiquiatría y psicología tradicional “donde antes los trabajadores se habían dirigido a los sindicatos cuando estaban sometidos a un estrés cada vez mayor, ahora se les anima a ir a su médico de cabecera o, si tienen la suerte de poder conseguir uno en el sistema de salud pública, a un terapeuta” (p2).

Si bien es cierto que no todas las afectaciones en la salud mental están asociadas a las desigualdades sociales o crisis políticas, es importante también dejar de perpetuar las ideas que asocian a patologías como la depresión y ansiedad como aspectos meramente neuroquímicos o de responsabilidad individual y familiar por las experiencias de la infancia. Para esto es necesario romper con los paradigmas tradicionales y empezar a tener lecturas políticas, sociales, históricas y contextuales de la salud mental. Solo así se entenderán las particularidades con las que deben ser atendidas ciertas poblaciones, como la afrodescendiente.

En el libro del colectivo XarxaGam Otra Mirada al Sistema de Salud Mental figura una conexión reveladora entre psiquiatría y racismo:

Ya en el siglo XIX, el científico Samuel A. Cartwright, en Estados Unidos, se inventó dos “enfermedades” mentales relacionadas con el racismo establecido de la época. Una era la “drapetomanía” que se basaba en la supuesta “enfermedad” mental que padecían las  esclavizadas negras que tenían el deseo y ansias de

libertad, traducidos en intentos de huida o sentimientos en contra de la esclavitud. La otra “enfermedad” que  se inventó era la “dysaesthesiaaethiopica” que  establecía un trastorno de pereza entre las esclavizadas  para realizar el trabajo. La cura a ambas enfermedades

eran los latigazos (Salazar 2019, párr. 11).

En estas líneas claramente se refleja como la “enfermedad mental” está asociada al contexto histórico, las esclavizadas eran consideradas enfermas por querer huir o por negarse al trabajo forzado, pero no eran considerados enfermos quienes explotaban cuerpo y territorios. El racismo en la salud mental es un problema histórico y colonial, que deja efectos hasta la actualidad ya que personas racializadas y migrantes son especialmente vulnerables a los problemas de salud mental. El odio social establecido como racismo crea trauma, debilidad, ansiedad, culpa, lo que resulta en un mayor número de ingresos en hospitales psiquiátricos (Salazar 2019)

Adaptado a la actualidad, las mujeres negras lidian a diario con estereotipos sobre sus cuerpo, identidad y personalidad, los que tienen influencia en su autopercepción

El estereotipo de la mujer negra fuerte se define por la fortaleza física, invulnerabilidad emocional, lucha, perseverancia, autosuficiencia, cuidado y sacrificio personal. El estereotipo de la mujer negra fuerte exige que la mujer negra aparezca física y emocionalmente fuerte frente a los demás. La fuerza física se ha discutido alabando el gran tamaño, la resistencia física y la capacidad de las mujeres negras para realizar cualquier trabajo que un hombre pueda hacer (Harris 1995 citado en Machado, 1)

Los sesgos en los profesionales de la salud mental, producto de todos los estereotipos racistas que son parte de las sociedades, produce que muchos “diagnósticos” se hagan en torno a estos, Carothers, doctor de la OMS en la década de los cincuenta afirmó “el africano utiliza muy poco sus lóbulos frontales. Todas las particularidades de la psiquiatría africana pueden atribuirse a una pereza frontal (…) el africano normal es un europeo lobotomizado (Salazar 2019, párr. 6). El estereotipo sobre la población afrodescendiente de carecer de inteligencia y ser considerados “vagos”, se ven reflejados en las afirmaciones realizadas por un experto de la OMS.

Por esta razón, no podemos desligar la salud mental de la raza, ya que al ser una categoría que genera opresión sabemos que hay prácticas violentas, las cuales se reflejan día a día tanto en la cotidianidad como a nivel institucional y estructural.

                                                                   

En EE. UU en el año 2001 se encontró que las poblaciones no blancas tienen menos acceso a los servicios de salud mental, tienen menos probabilidades de recibir la atención necesaria y, cuando la reciben, es de menor calidad que la población de acogida (Carter, 2007).

En el Reino Unido, en investigaciones con personas negras y otros inmigrantes, sobre las disparidades de salud étnico raciales, se concluyó que estas poblaciones tienen menos satisfacción con la vida y menos bienestar subjetivo, así como mayores tasas de morbilidad y mortalidad a lo largo de la vida, estando dichas disparidades presentes en todos los estratos sociales (Williams & Priest 2015).

Por estas razones, consideramos fundamental el manejo de una perspectiva antirracista en los profesionales de la salud mental, solo de esta forma podemos acercarnos a un verdadero abordaje de las problemáticas que aquejan a las personas, no patologizando sus afectaciones sino viéndolas desde su realidad.

Bibliografía:

Carter (2007). Racismo y lesiones psicológicas y emocionales: reconocimiento y evaluación del estrés post trauma basado en la raza.

Fischer, M. (2020). “Mi salud mental es un problema político”. Recuperado de: https://apocalipticoahora.wordpress.com/2020/08/11/mi-salud-mental-es-un-problema-politico-por-mark-fischer/

Machado, A. (2022). “El estereotipo de la mujer negra fuerte y su impacto en la salud mental”. Recuperado de: https://afrocolectiva.org/2022/10/02/el-estereotipo-de-la-mujer-negra-fuerte-y-su-impacto-en-la-salud-mental/

Salazar (2019). Racismo y salud mental. Recuperado: https://www.elsaltodiario.com/opinion/racismo-salud-mental

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